8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer trabajadora

Hay un “trabajo invisible” que hace que el mundo funcione. Es todo aquel que queda puertas para adentro: limpiar, cocinar, cuidar de los hijos, los abuelos. La inmensa mayoría de las personas que lo ejercen son mujeres y lo hacen sin cobrar. Este tipo de trabajo, llamado trabajo de cuidado o trabajo reproductivo, está en la raíz de muchas de las desigualdades de género. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres se dedican a esta labor 3,2 veces más tiempo que los hombres, dejándolas con menos espacio para dedicarse a una vida profesional. Las cifras de la OIT son contundentes. Las mujeres se encargan del 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado. En promedio cada mujer le dedica 4 horas y 25 minutos al día a este tipo de tareas, frente a 1 hora y 23 minutos en el caso de los hombres. Si esta dedicación se cobrara, representaría el 9% del PIB mundial, lo que equivale a 11 billones de dólares.Pero también las mujeres protagonizan un “trabajo visible” o “trabajo productivo” que también muchas veces se encuentra invisibilizado o poco valorado dentro de la mirada patriarcal de las relaciones laborales. Por eso hoy, en el marco de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora – 8 de Marzo, desde el Proyecto UE Cauqueva queremos poner en valor el trabajo que vienen llevando a cabo algunas mujeres campesinas que participan del proyecto en la producción agroecológica de hortalizas. Estas mujeres productoras, una de ellas doña Marina Altamirano de Maimará, han sido las que primero han adoptado el modelo agroecológico en sus parcelas, se han comprometido en las diferentes prácticas y en particular en el cuidado del suelo, se dedican -desde su testimonio- a difundir los beneficios y resultados obtenidos hasta el momento y también han tenido que “negociar” hacia dentro de sus familias la producción agroecológica de hortalizas contra el modelo dominante dependiente de insumos externos y agroquímicos. Algunas de ellas, además, cuentan duras historias sobre los efectos de los agrotóxicos sobre su propia salud y la de sus familias.Ahora, estas mujeres con el acompañamiento técnico del Proyecto de Cauqueva, quieren mostrar con números que la agroecología funciona, y bien: esta campaña experimentaron con 2 parcelas de cultivo de papas andinas donde una se abonó solo con guano de cabra y la otra con bocashi. Los resultados cuantitativos de las papas cosechadas var. Desiré muestras que la parcela abonada con bocashi y manejo agroecológico rindió un 34% más que la parcela manejada de manera tradicional. Las papas a su vez van a ser evaluadas con otros parámetros de calidad en la planta elaboradora de la cooperativa Cauqueva Ltda por las mujeres que allí trabajan. Estos resultados preliminares se irán analizando y difundiendo para involucrar más productores y productoras de la zona, en una forma de producir más sana para todxs que contribuya en definitiva a lograr la soberanía alimentaria.Felicitaciones a las mujeres productoras de la Quebrada por su trabajo, mujeres que nos muestran a través de sus luchas, sus experiencias productivas y de vida que ellas mueven esta parte del mundo, y apuestan a un 8 de marzo con más igualdad y sin violencias.En la primer fotografía se observa a la izquierda la parcela con abono de cabra y a la derecha con bocashi.

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